El pasado domingo, 29 de Marzo, falleció Phil Anderson,  profesor de la Universidad de Princeton, uno de los físicos teóricos más importantes de la segunda mitad del siglo XX.  Es muy difícil exagerar el valor de sus contribuciones a la física de la materia condensada, término que él mismo acuñó en Cambridge en 1967, y a la física en general.   Phil Anderson fue galardonado con el premio Nobel en 1977 por su trabajo sobre cómo estados electrónicos extendidos pueden llegar a localizarse debido al desorden, fenómeno que ahora conocemos como la “localización de Anderson”. 
 
Las contribuciones de Anderson al magnetismo y la superconductividad son más importantes, si cabe, que el trabajo que le valió el premio Nobel.   Así, hoy en día usamos el Hamiltoniano de Anderson para estudiar el problema de un electrón interactuando con electrones en estados extendidos, esencial  en una variedad de sistemas nano-electrónicos.  Anderson inventó y bautizó la interacción de super-intercambio, esencial para entender el orden magnético en aislantes magnéticos,  y puso la primera piedra en el edificio de la teoría de líquidos de spin, al proponer los estados de enlace de valencia resonante (RVB). También hizo aportaciones decisivas en el desarrollo de la teoría de vidrios de spin, con implicaciones importantes en la teoría de sistemas complejos,  y fue pionero en el uso de técnicas del grupo de renormalización en el ámbito de la materia condensada.
 
Anderson se dio cuenta de las profundas implicaciones  que se derivan de que la teoría de la superconductividad rompe la simetría gauge.  Anderson proporcionó a  Josephson,  que era  alumno del curso de doctorado que impartió a principios de los 60 en Cambridge,  el lenguaje que le permitió descubrir el efecto que lleva su nombre y que desempeña un papel central en SQUIDS y qubits superconductores. 
 
En 1963, Anderson hizo la observación de que el efecto Meissner en un superconductor puede entenderse como  la adquisición de masa por parte del fotón, debido a su interacción con  un medio en el que se ha producido un ruptura espontánea de la simetría gauge. Anderson propuso que un mecanismo similar podría ser el responsable de la generación de partículas masivas a partir de partículas sin masa en contextos donde se rompen espontáneamente otros tipos de simetría gauge. Su propuesta inspiró el trabajo en 1964 de Peter Higgs (Premio Nobel de Física 2013), quien predijo la existencia del hoy llamado bosón de Higgs, observado experimentalmente en el CERN en 2012. 
 
Sus aportaciones trascienden incluso el campo de la física.  Su artículo “More is different”, de 1972, proporciona una visión de la ciencia opuesta a la imagen reduccionista de la naturaleza, proponiendo el concepto de emergencia, por el cuál el comportamiento de cualquier sistema complejo no puede ser entendido simplemente a partir de las leyes que gobiernan sus constituyentes. Así, el conocimiento de la interacción nuclear no permite, en la práctica, el modelado de las propiedades de los núcleos y los átomo, y la comprensión de los átomos no nos permite comprender la reactividad química de las moléculas, y el conocimiento del genoma humano no implica automáticamente que entendamos el funcionamiento de nuestro cuerpo, y entender una neurona y sus interacciones no implica que entendamos la emergencia de la consciencia. 
 
Anderson llevó a cabo su carrera en los Bell Labs en Nueva Jersey, en la Universidad de Cambridge y en la Universidad de Princeton, donde continuó trabajando como emérito durante muchos años y siguió contribuyendo a la generación de conocimiento con una actividad científica envidiable que ha servido de inspiración para muchos de nosotros.

 

Joaquín Fernández Rossier, María José Calderón y Fernando Sols.